Desembalsar dos millones de metros cúbicos de agua para proteger a un pequeño animal en peligro de extinción. Ese ha sido el empeño de quienes han trabajado en la eliminación del embalse de Enobieta y que han garantizado un refugio seguro al desmán del Pirineo. Esa asombrosa historia ha sucedido en Artikutza, la finca que San Sebastián compró en Navarra hace un siglo y hoy en día es uno de los parajes naturales mejor conservados de la cornisa Cantábrica. En Normandía, a su vez, se ha eliminado la gran presa de Vezins. Ese derribo permitirá la vuelta del salmón al río Sélune. Las presas abandonadas en los ríos son barreras para la biodiversidad y su demolición permite imaginar un planeta más habitable. Ese futuro dependerá de pequeños gestos, o grandes, como el de Vezins y el de Enobia