Petr Hudicak emigró de su natal Praga a Londres. Todos los días lucha contra su adicción a la heroína medicado con buprenorfina. Vive en un viejo y deteriorado bote en un canal de Londres, subsistiendo de la recolecta y venta de desechos industriales. Su forma de vida es una postura filosófica, convencido de boicotear al sistema que -asegura- no es más que el canto de las sirenas. La película versa sobre cómo el sistema capitalista puede devorar, tragar y desechar al ser humano.