Un maduro boxeador en decadencia, para demostrarse a sí mismo que todavía no está acabado, decide seguir boxeando, a pesar de la desaprobación de su mujer. Incluso su propio mánager, convencido de su derrota, apuesta contra él. Obtuvo excelentes críticas por las escenas de boxeo y por la vibrante interpretación de Robert Ryan.