El tiempo que se queda es una contemplativa mirada a la cotidianeidad del Hospital José Horwitz Barak, uno de los más antiguos recintos psiquiátricos de Chile, ubicado en el norte de Santiago. No es una película sobre la locura, sino sobre el paso del tiempo en un lugar determinado, que se refleja en las cosas simples, en los rostros, en los objetos, la naturaleza, los lugares, los detalles, la humanidad de las personas retratadas. Es una película donde cada sutil elemento visual y sonoro se vuelve relevante.