Roque Waterfall tiene muchos defectos pero una gran virtud: carece de problemas económicos gracias a las rentas que obtiene alquilando un edificio que ha heredado en el Barrio Los Andes de Capital Federal. De modo que el tiempo le sobra y en busca de inspiración literaria frecuenta tugurios after-hours en los bajos fondos de Buenos Aires, pero también fiestas glamorosas en Palermo donde se codea con el jet-set vernáculo. Roque conocerá a Carla del Pont, obsesionada con el ejercicio físico y la nutrición saludable. Con ella vivirá un intenso romance mientras el cineasta austríaco Hans Gunther Flögenhoefer comienza el rodaje de una película de cinema-verité destinada a documentar la disoluta e improductiva existencia de Roque Waterfall.