Para algunos, la guerra de Corea fue un claro ejemplo del imperialismo norteamericano. Para otros, era un valiente esfuerzo por parte de la ONU y los coreanos para anular la expansión del comunismo. Para todos los coreanos, era una tragedia. El país no estaba dividido, sino que fue devastado. La cifra de muertos era astronómica, y la destrucción profunda. Muchos participaron en la asignación de la culpa de la guerra de acuerdo a sus creencias políticas, pero este es un ejercicio inútil. El punto es que la situación de los derechos humanos en Corea del Norte hoy es catastrófica. Kimjongilia es la primera película en que los refugiados de Corea del Norte cuentan sus historias con sus propias palabras. (FILMAFFINITY)