En los Estados Unidos de América, los grupos de presión, las grandes corporaciones y los multimillonarios invierten millones de dólares para asegurarse de que un candidato adecuado, uno inclinado a apoyar sus ambiciones personales y proyectos económicos, gane una elección, lo que inevitablemente afecta a todo, desde la selección de los funcionarios locales hasta las elecciones presidenciales, crea innumerables conflictos de intereses y socava lo que supuestamente solía ser una democracia modelo.