En 1661, Luis XIV decidió construir un palacio gigantesco que se convertiría en símbolo de su poder. Para ello se rodeó de los mejores sabios europeos en todos los campos: arquitectura, geometría aplicada, agronomía, construcción naval, abastecimiento hídrico y fabricación de espejos; convirtiendo así el palacio de Versalles en el primer laboratorio científico del siglo XVII. Hoy, los investigadores acceden a los archivos para desenterrar el pasado y construir ingenios y modelar construcciones para descubrir las innovaciones tecnológicas imaginadas por los genios de la época.