Roma, marzo de 1978. Aldo Moro, presidente de la Democracia Cristiana, ha sido liberado por las Brigadas Rojas y ahora escruta con ojos despiadados a sus compañeros de partido, reunidos al lado de su cama de hospital: Giulio Andreotti, Francesco Cossiga y el secretario del partido Benigno Zaccagnini. Afuera hay enfrentamientos callejeros. En realidad, Aldo Moro aún no ha sido secuestrado y en cambio trabaja para dar a luz al primer gobierno de unidad en la historia de la república con el apoyo externo del Partido Comunista Italiano.