Las libertas son interrogadas por el Santo Oficio sin saber que Gonzalo es su principal enemigo. Por mucho que Marie Anne insista en ser la señalada y salvar así al resto, las beguinas no están dispuestas a ceder. Tampoco lo está Lucía, quien se enfrenta al rechazo de Telmo consiguiendo que el tahonero le confiese su trato con Rodrigo. Más afianzados en su amor, consiguen armar las últimas piezas del rompecabezas que les conduce al secreto de Lucrecia. Una felicidad que se ve golpeada con el anuncio de un inminente auto de fe para condenar a las libertas.