Las lealtades personales y políticas siguen cambiando en la corte. Aprovechando que Enrique ha enviado a Wolsey a París con un nuevo tratado, Ana intenta sembrar la duda en la mente del monarca, para ayudar a su padre y Norfolk. La Reina Catalina, que tiene sus propias preocupaciones, envía un emisario a España para conocer las intenciones de Carlos V sobre el divorcio que tanto ansía su marido. La noticia de que el Papa se ha escapado de su encarcelamiento incita a Cromwell a sugerir al Rey que envíe su propio mensajero a Italia para solicitar el divorcio, dejando a Wolsey al margen.