Todos están infectados y obligados a someterse a Noiret para conseguir la medicina que les mantiene con vida. Cada día, deben tomar la ampolla que les suministra Ottox y que les garantiza no morir en las próximas 48 horas, pero, en realidad, uno de ellos no la necesita: el traidor. No está enfermo porque vendió su inmunidad a cambio de información sobre los movimientos de sus compañeros. Cada pista que descubren, cada prueba que consiguen, cada paso que dan… todo acaba en conocimiento de Noiret y sus compinches porque el traidor se lo cuenta. Cada día, el traidor toma, como el resto, una ampolla suministrada por Noiret, pero la suya no contiene medicina. No puede consentir que su traición sea descubierta por sus amigos porque las normas están muy claras: si es desenmascarado por sus compañeros, él también morirá. Por eso, está dispuesto a hacer lo que sea necesario para seguir manteniendo su secreto.