Heidi aprende demasiado tarde que ya no volverá a sus montañas y su abuelo, y trata de escapar, pero Tia Dete logra arrastrarla con ella en el tren a Frankfurt, y la niña se queda a desobedecer sus montañas cada vez más pequeñas. Llegando a la ciudad, la tía y su sobrina se dirigen directamente a la casa de Sesemann, donde la señora Rottenmeier la espera, la institutriz severa y arreglada, Clara, la paralítica hija del señor Sesemann y los dos sirvientes Tinette y Sebastian, la simpática Tia Dete y Heidi choca inmediatamente con la señora Rottenmeier, que juzga a la chica demasiado pequeña, ilesa y grosera para ser el clan de los juegos de Clara, pero truncando en la mitad de la discusión se va sin dar a la ama de casa una oportunidad de replicar y dejar Heidi en ese casa sin conocer ninguno de ellos.